9 jul 2009

Cine mudo

Cuando las palabras se empezaron a volver innecesarias, entramos a aquella sala. Mientras la música del piano avanzaba y el sujeto corría en lo que al parecer era una calle, intercambiábamos miradas. A medida de que los policías perseguían al pobre sujeto y la música cambiaba abruptamente de velocidad, aprovechábamos de decirnos una que otra palabra ante la insistencia de la gente por hacernos callar, a ninguno nos gustaba demasiado el cine, quizás era lo único que teníamos en común. Cuando termino la película él se había ido, desde entonces que me gusta el cine mudo.

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