28 sept 2009

Lunes perdido

El desayuno está en la mesa, no recuerdo haber escuchado tanto silencio alguna vez, la luz era clara pensé, iluminaba cada detalle olvidado en el apuro de mis salidas matutinas, los matinales me aburren, la radio aunque sea más pasable, satura mis oídos, me tiro en la cama y observo el techo, una alarma de auto distrae mi atención, mi mirada al vacío se dirige ahora a la ventana, los autos pasan con menos alboroto que en la hora punta, hay pájaros sí, nunca los había visto, los había escuchado en la madrugada una vez que no podía dormir recordé, había demasiada luz, demasiada calma, ahora me encuentro en el balcón, el sol no trae las mismas sombras que a las cuatro, en qué pensarán los suicidas antes de llegar al suelo, deben tener harto valor para hacerlo me dijo una amiga una vez que lo discutimos, para mi siguen siendo cobardes, mis ojos no soportaron tanta luz, volví adentro, hay tazas vacías y cuchillos a medio mantequillar en la cocina, el café no me animó demasiado, no recuerdo haber escuchado tanto silencio alguna vez era cierto, era como surrealista, el reloj avanzaba lento, me senté en el sillón, la tele estaba apagada de modo que en ella sólo veía la versión de tonos negros y grises mía, jugaba con mis manos esperando que el reflejo se equivocara, no lo hizo, eran las once y ventiuna, saqué un yogur del refri y me lo comí o tomé no sé, mientras ojeaba una diario viejo en la mesa, era el del viernes, pasé de las campañas políticas al espectáculo, del obituario a las historietas, todo me parecía repetido excepto claro por el hecho de no estar allá, deben estar aburridos allá pensé, acá la cosa es parecida, pero más lenta y eterna, en todo caso no me quejo, tampoco se quejan los pájaros, ni el silencio, ni la taza con café a medio tomar, ni las noticias que estan por empezar, ni la OEA y Zelaya, ni yo ni mi inconformismo, vuelvo a la cama, seré yo el perdido, miro, no, observo el cielo, y con cielo me refiero al límite entre suelo y el otro piso, la luz me obliga a cerrar mis ojos, aún sigo pensando que hoy es un lunes perdido.

26 sept 2009

Cuento 2

El cuento de abajo es falso.

Cuento

El cuento de arriba es cierto.

20 sept 2009

6 meses (parte II)

-Seis meses o 186 días. 73 creaciones. Aproximadamente 12623 palabras, 59850 carácteres (sin espacios) y más de alguna falta de ortografía.
Otros datos:
-Fueron escrita: 56 veces la palabra "yo", 118 veces la palabra "ella" (que curioso), 26 "tú" y 41 "él". 7 veces la palabra "amor", sobre besar una sola. 8 veces la palabra "rutina", 4 veces "ciudad" y 12 veces "Santiago". 24 palabras relacionadas con la lluvia, 2 veces "sol". Una vez la palabra Dios. 23 veces la palabra "vida", una vez la palabra "muerte". Una vez la palabra "Transantiago" y 14 veces la palabra "Metro" (creo que todos sabemos cual es es mejor). 5 veces "ruido", 21 veces "silencio". El número más nombrado es el 0, la palabra vacío es nombrada 10 veces, e infinito nunca.
-Algunos personajes y grupos invitados (más bien nombrados) durante estos seis meses son, en orden de aparición: Cobain (Kurt), Nirvana, Sigur Rós, Don Quijote, Sancho Panza, Escher, Nietzche, Santiago Nassar, The Verve, Cammus, Kafka, Silvio Rodriguez, Keane, R.E.M., The Beatles, Fito Paez, House (Doctor), Alberto Fuguet, Freud, Victor Jara y Benedetti.
-Han aparecido los recorridos 210, 104. Las estaciones de Metro: Trinidad, Vicente Valdés, Baquedano, Sótero de Río, Tobalaba y Bellas Artes.
-En Fibonacci se hace referencia a la singular serie 1, 1, 2, 3, 5, 8...de Fibonacci.
-En el relato 1969! hay una falla espacio temporal (que descuide), la canción Across the Universe de The Beatles, salió después de la llegada del hombre a la luna.
-Las letras que faltan en Maquina de escribir rota son la A, E, L.
-El medicamento que aparece en Sín título, la Olanzapina, si existe y se usa para tratar el Trastorno Bipolar.

¿Por si se lo preguntaban?

6 meses

Bueno, no pensé que llegaría tan lejos con esto, hace medio año (seis meses), comencé este reto, sin más que una introducción más bien pobre y vaga, y que precedieron días de relatos casi ininterrumpidos, cortos en eun principio y verdaderos textos estos últimos meses, aquellos meses han pasado y no encuentro que haya  cambiado nada (aunque en mis escritos se note), creo que sigo siendo el mismo. Trataré de hacer un resumen más o menos exacto (no al 100%), un especie de psicoanalisis de lo ya hecho, para cerrar una etapa y inaugurar otra bien cargada, ya que los próximos seis meses, muchas cosas cambiaran y si es que me lo permito y uds. me lo permiten, pueda llegar. Ahí vamos.

16 sept 2009

Poema II

Mejor arriba que abajo de estas ruedas,
camino o más bien me caminan
con un sólo audífono en mi oído
y con un libro en mi mano.

Mejor arriba que abajo de la ciento cuatro
siento que ya no damos para más
buscando asiento y por qué no, refugio
de extraños rostros y fingidas sonrisas, gente de pie.

Mejor sentado que de pie, me dice alguien,
ante tal hazaña de leer de pie
ya sentado las altas figuras se imponen
como altas muestras de un poder ya debilitado.

Mejor leyendo que observando los fríos rostros
mientras una bella joven me roba literatura a mi lado
yo le permito tal delito con tal que me de su nombre después
el delito de la poesía al robarle vida a la vida misma no tiene condena

Mejor acompañado que solo dicen algunos
despúes de todo, ambos estamos arriba de estas ruedas
Ambos arriba de la ciento cuatro
Ambos arriba de esta vida en escala de grises.

Esperando dar nuestros nombres
nuestras miradas desviantes
emperando el asiento
mejor preparados para el próximo viaje.

15 sept 2009

Comunicación

INICIO COMENTARIO
Cajero: KATHERINE - TICKET 7
FIN COMENTARIO

14 sept 2009

Las cuatro y media

Miró su reloj por tercera vez, eran las cuatro veintisiete, no sabía que hacer, miraba por todos lados como buscando algo, algo tenía en sus ojos que no logré descifrar, el tiempo avanzaba lento y desesperante, esta será mi condena pensó, mi fatal lamento continuó, miro su reloj por cuarta vez, aunque quisiera, sabía que pasaría por allí, trato de alejar ese pensamiento de su mente, recordando letras de canciones ya desvanecidas, libros de poemas y hasta una anécdota que le había pasado al venir hacia acá, pero ese pensamiento sin nombre se acercaba, él no lo sabía, pero algo instruía, el pensamiento lo venció, venció a aquel azar que él mismo se propuso y que en el fondo sabía que ocurriría, miro si reloj por última vez eran las cuatro treinta y uno, se levantó ya camino hacia la salida de Vicente Valdes queriendo no encontrarse con aquel pensamiento, pero ahí estaba caminando a contra suya, como todos los días, él lo sabía pero no quería reconocerlo, ambos se miraron, estaban a punto de encontrarse lado a lado, algo tenía que hacer, una excusa algo, ese era el momento que inconcientemente esperaba, sin que ella se diera cuenta se quitó el reloj y lo lanzo lejos, se acerco a ella y le dijo.
-Disculpe, ¿qué horas son?.

Despedida escrita (ojalá hubiera estado allí)

Lamento haberme ido sin despedirme, sin decir explicaciones (las últimas veces que han terminado periodos largos, ninguno de los dos a podido despedirse). Necesitaba un poco de tiempo, leer quizás, en algún lado (que excusa más barata), estar lejos de casa, lejos de lo de siempre, no lejos de tí, pero duro poco ese escape (tu tienes más determinación que yo), no podría irme sin volver, quizás estas palabras sean innecesarias, no lo sé. Espero que no vuelva a pasar, nadie debería estar solo.

13 sept 2009

El último truco del Mago

Una amiga me invitó al Euro, la verdad es que yo no soy de esas cosas pero igual la acompañe, en honor a la verdad yo no salía mucho, ni menos por aquellas tan famosas y concurridas calles, un día cuando era chico acompañe a mi padre a hacer una "diligencia" y pasamos por allí, recuerdo que habían mucha gente caminando, y muchas otras detenidas haciendo algo, había mucha música y ruido. Ahora las cosas parecen no haber cambiado, la crisis había golpeado fuerte, habían muchos músicos, humoristas, entre otros, y hasta los clásicos lustrabotas, habían muchos otros tirados, como en Plaza de Armas y muchos otros pidiendo dinero, más de alguna vez dí cien pesos a algún trovador que se lo mereciera en aquellos troncales (así se llaman ahora) llenos de pasajeros con cara de bajo sueldo y cesantía (¿por qué no?), bueno me había invitado mi amiga, así que en unos de esos paseos despúes de pasar una que otra huelga, mientras me contaba sobre una serie de anime, vimos un montón de gente reunida, mirando algo, ella le preguntó (ella es la que siempre pregunta) a una señora que ocurría.
-Disculpe, ¿qué es lo que pasa?-dijo mi amiga.
-Es un mago, está haciendo uno de sus espectáculos-dijo ella.
-¿Qué clase de espectáculo?-preguntó mi amiga. El mago estaba en la punta de un edificio.
-No se le entiende nada-dije, y de hecho así era, a esas alturas nadie podía escuchar lo que decía.
-Shh-dijo me dijo mi amiga. A pesar de estar en un lugar arriesgado, los Carabineros presentes no lo tomaban como un peligro, los magos saben lo que hacen, pensé.
Poco a poco el atento público se empezo a quedar en silencio. al igual que los otros artistas callejeros quienes taparon su paga, por si en aquella distracción alguien las sacará. El mago empezo a hablar.
-Llevo años sacando conejos de sombreros, los conejos se me han escapado. Llevo años adivinando cartas, pude haber adivinado los números del Loto y no estaría aquí haciendo estos espectáculos. Verán tengo familia y hace cuatro años que estoy sin trabajo, ya no se que hacer sin conejos, ni espejos, ya no hay respeto en estas calles...
El mago parecía estar un poco tambaleánte, los Carabinero ni se inmutaban, menos los economístas que por allí pasaban (a ellos no les llego tanto la crisis)
-...así que agradezco al público verdadero, de ese que siempre da aunque sea cincuenta pesos, que aplauden después de cada función, de ese que le pide a sus padres una moneda y terminan depositando sonrisas. Yo, ya no puedo seguir sonriendo, este año me ha ido pésimo...
Mi amiga me abrazo fuertemente (ella es más intuitiva que yo) como antes de mi operación, en ambiente estaba tenso, cada vez había más gente, atento a espectáculo.
...este es mi último truco, no se si darles disculpas o gracias...no espero que les guste el truco, ni que lluevan monedas.-termino de decir el mago, el silencio se apodero completamente del paseo, había gente en las ventanas observando, Santiago (o cierta parte de él) estaba paralizado.
-Ahí voy-dijo el mago, sus ojos estaban sacando lágrimas, pero no había miedo en su rostro. Se acerco a la orilla del edificio y se lanzó al vacío, voló durante unos segundos y ante el grito de la gente (mi amiga se refugió en mí) se estrelló contra el suelo, de manera estrepitosa, no habían conejos ni sombreros, no cartas ni flores ni pañuelos, sólo un cuerpo tirado en el piso. Lo había logrado, el mago había desaparecido frente a nuestros ojos.

11 sept 2009

Poema sobre la lluvia (sin nombrarla)


(Este no es mío espero que les guste también
como a mí me gusto)


Es otra vez el sobrio resplandor

del agua en el silencio
el que aturde mis pasos
como si fueran gestos confundidos,
es otra vez el filtro transparente
del lamento que moja las aceras
sin alma,
(mas dotadas de un néctar
heredado del tiempo y del recuerdo),
su cadencia y su ritmo,
lo que viste la tarde
de un frágil crepitar que la embellece.

Y así me nublo entonces,
fundido en el temblor de cada gota,
sumido en transparencias,
distanciando los párpados
de la estrategia gris
de esta fría materia
que siempre he recibido
como una bendición desvanecida.

Si pudiera caer
como se cae del cielo este fluir,
esta temeridad de lo perpetuo…
Si pudiera salvar y redimir
el canto de su vuelo y el mío,
el amor y su aliento,
me abrazaría al fértil sortilegio del agua
que brinda desde siempre su caricia,
me hechizaría anónimo en su caída
para ocultar mi llanto agradecido
y esperaría absorto
(como se espera el sueño sin memoria)
para mojar mi rostro en su latido,
para sentir su ciclo permanente,


para borrar mi huella y mi conciencia

bajo su llanto puro y fugitivo.


Julián Borao

Sótero del Río

Esta estación está hecha para sentarse y leer, pensé. Una razonable pared luego de la salida del andén en Sótero del Río, no sé si el arquitecto haya pensado igual. Me senté en la ya dicha pared, saqué un libro de Benedetti y me puse a leerlo, mientras los amantes se besaban y en una especie de pacto silencioso, yo no los molesté y viceversa. La gente bajaba en oleadas intermitentes, algunos me observaban, otros simplemente pasaban a mi lado, incluso alguien me preguntó dónde estaba la salida, pasaste y no me viste, bajaste por las escaleras mecánicas y te esfumaste de a poco, los amantes también se habían ido y una persona usó el teléfono público de al lado mío, a pesar de que escuchaba música no me gusta escuchar las conversaciones de los demás, así que me hice a un lado, las oleadas bajaron en cantidad de miembros, la hora de salida de los escolares había acabado hace rato, la persona en el teléfono parecía estar discutiendo, se le acabaron las monedas y se fue, poco después fue reemplazado por una joven que se sentó, parecía estar esperando a alguien, la gente no debe estar sola, aunque me estoy contradiciendo a mi mismo. Ya debería haber terminado el libro pensé, eran cuentos cortos, el libro me lo había prestado la profe de arte, se me vino a la mente aquellos ganadores de Santiago en cien palabras, de dónde sacarán esas historias que ahora que ahora salen en estaciones y vagones de Metro, tal vez alguno de ellos este observándome y memorizando las ideas para escribirlas luego. Veo la hora, no es tan tarde como pensé, llevo un poco más de la mitad del libro, los amantes se han ido, la joven también, los llamados interrumpidos por la falta de monedas también y no estabas allí. Tengo que irme ya era tarde, mientras una oleada bajaba, yo subía, como siempre lo ha sido, definitivamente Sótero del Río fue construida para sentarse a leer un rato.

9 sept 2009

Blackouts

Cualquier cosa que hubiera hecho habría tenido el mismo final. Me quite los audífonos para escuchar al hombre que entro en la 104 con una guitarra en la sus manos y una zampoña en sus labios, el tipo tenía talento pero se notaba el cansancio en sus ojos, su mirada. El repertorio fue lo suficientemente satisfactorio como para casi olvidar donde terminaba mi viaje, a media canción de Victor Jara quedé, tenía que bajarme en la próxima, busqué en uno de mis bolsillos algunas monedas sueltas o vuelto extraviado, saque cien pesos y me acerque sin pretenciones a una joven de buen aspecto que también observaba al hombre de la guitarra.
-Puede pasarle estos cien, que yo me bajo-dije.
-Yo también bajo aquí.
-Oh, bueno, gracias-dije. El hombre atento a la situación, seguía sin detenerse su canción.
Dirigiéndome a una señora que estaba sentada a lado de la puerta, le pasó los cien con el mismo objetivo anterior.
-Espera-dijo ella, estrechando su mano y pasandome cien a mí, para que ella también se los pasara al hombre.
-Se los entrega que bajamos-dijo ella.
Y así bajamos de la 104. Creo que conozco a esa joven, hay algo en su mirada, no se. Ella al contrario le era sólo un extraño que conoció gracias al mágico y perfecto sistema de transporte público. Éstas cosas no suceden en Santiago pensé, ella ni se inmutaba y seguía su curso, tenía que saber quien era, necesitaba inventar algo, no se. Me acerqué a ella.
-Disculpa, ¿Qué horas son?-pregunté.
-Emm...son las cuatro y cuarto-dijo ella.
-Gracias-dije y ella continuaba caminando, tenía chapitas en su mochila y escuchaba música. Estoy seguro que la he visto en otro lado.
Ella me recordaba un personaje de una película que vi ayer en el Cinecanal pero sólo recuerdo el rostro, de la película no me acuerdo absolutamente nada. Me sentía como un psicópata siguiéndola, no recuerdo haber hecho algo así antes. Me recordaba vagamente a una amiga mía, recuerdo que pasaba molestandome por algo que hacía, no recuerdo que era.
Al día siguiente la espere en el mismo lugar, hacía que leía un libro sentado en una banca. No apareció. Al otro día repetí la operación, nada. No aparecía por ningún lado, hasta que apareció, bajo de la misma micro, tenía un libro en la mano, parecía acercarse a la banca en que estaba, no sabía que hacer, entonces se sentó.
-Disculpa, oh, eres el de la 104...no te molesta que lea contigo-dijo.
-No, no. No hay problema-dije. Estuvimos un buen rato cada uno inmersos en sus respectivos libros. Tenía que cortar aquel silencio.
-Disculpa, te visto en algún lado antes.
-Emm, no sé-dijo ella-Tenía que juntarme con un amigo justo aquí.
-Ah, y aún no llega.
-No...él acostumbra a olvidar algunas cosas, desde que lo conozco tiene esas especies de lagunas mentales, bromeo harto con eso.
-Ah-dije, al parecer realmente no la conocía. Estaba haciendo el ridículo como siempre.
-Bueno tengo que irme, ojalá llegue tu amigo.
-Jajaja...si llegará no te preocupes-dijo ella.
Me fui con la mente un poco más despejada, ella continuaba riéndose extrañamente mientras me iba después de todo no era alguien conocido. Al día siguiente tenía que salir, tomé la 104, escuchaba música la micro estaba mas o menos llena, olvidaba lo que era andar en micro y casi se me olvida donde tengo que bajarme, iba a tocar el timbre, cuando una joven con chapitas en la mochila, toca el timbre, creo que conozco a esa joven, hay algo en su mirada que me recuerda a alguien.

8 sept 2009

Sobre el amor


Cuantas veces hemos dicho las mismas palabras, que soy extrañamente distinto, que no debemos vernos aún cuando él esta lejos y entonces sonríes y me besas, y tus ojos grises me observan y describen cada detalle, cada imperfección mía, y entonces te digo "cuantó extrañaba eso" y tú no dices nada más, sólo sonríes, sonríes con esa hermosa cara, y entonces no se que hacer, me pides que ideé un plan maestro y te ríes de que haya pasado medio hora y aún no sepa a donde ir, y me invitas un café y digo sí, y esa sonrisa nadie te la quita y esa extraña forma de ver las cosas nadie me las quita, es eso realmente lo que se debe sentir, ese sentimiento de no estar seguro de cada paso, de no saber que pasará después, de no saber interpretar esa sonrisa, las palabras pierden el sentido, y hasta las miradas son diferentes. Pero tienes que irte, él esta esperando, y sólo me resigno a saber que estás bien, y quiero lanzarme, pero no puedo, ¿acaso eso el amor?, entonces vuelvo a casa y leo viejas cartas de Eje, viejos poemas, me lanzó en la cama, miro el techo, sueño otra vez en ti, porque avanzo camino más en ellos que en aquellos días lluviosos.

Dialógo imposible o carta sin destino

Ambos sabemos que esto no se puede. Ojalá supiera llegar a tí, no creas que esto es una plegaria, ni menos una oración ¡jamás!. Sabes que soy demasiado racional, demasiado torpe, en pocas palabras, no es que quiera desacreditarte, pero no haces ni un esfuerzo por probar que estás allí, mira lo que le has hecho a ella, o a mí, bueno...tampoco puedo decir que soy yo el que está en lo correcto, que tú no existes, no lo puedo ignorar ni descartar. No creas que prefiero olvidarte, sólo es que, da rabia e impotencia, que estes sin hacer nada, sé que eso del libre albedrío, y que nosotros somos lo culpables y directores de nuestras vidas, pero es que, ella no tiene la culpa, ella aún considera que estas arriba, a su modo a fin de cuentas, yo deje mi modo por nada. Muchos aún creen en tí aún, pero han desviado sus caminos, nadie es perfecto, en eso te incluyo a tí, hay veces en que quisiera decirte que te odio, pero no se donde encontrarte, osea de que hay "sucursales" las hay, pero lo más cercano a eso fue un fin de semana de EJE, no soporto los que hablan de ti, no soporto tu manera de ver el mundo, no soporto la hipocresía de aquellos libros ya obsoletos, prefiero no pensar en ello, ya adiós, cuída de ella, porque creo que yo no puedo hacer nada, soy un inútil, quisiera decirle algo pero no puedo, tengo miedo y más encima tu no ayudas, seguiré llegando temprano, pero no pienses que continuare con de intentar hablarte, ya.

3 sept 2009

Deje bajar antes de subir

Apareció anotado en una tumba, aquel día que fui al Cementerio General.

Para hacer la Cimarra y otros cortos

Una pequeña selección por mientras se me ocurre algo. (Está al final de la página, abajo)
Saludos

2 sept 2009

Sin Título (Capítulo II)

-Y a donde vamos, entonces-dijo ella.
-Mmm...no sé.
Bajaban las escaleras, parece que volvería a llover, por fin él tenía las pastillas en su poder, definitivamente no quería que volviera a pasar lo de la última vez. De seguro lloverá esta tarde
-Dijiste que me invitarías un helado-dijo-no hagas promesas que no puedas cumplir.
-Sí y lo haré-dijo. Iban bajando por las escaleras, y un suave aire cálido pasó hacia ellos, mientras salían de la torre, a pesar de ser departamentos relativamente nuevos aún tenían ese aire sustancial de edificio vacío. Caminaban por la calle ya, cuando las primeras gotas comenzaron a caer, pero al rato aquellas pesadas nubes se alejaron.
-Oye...-dijo ella.
-Sí-dijo
-¿Por qué demorabas tanto allá arriba?
-Ah...eso-dijo él.
-No era nada.
-¿Cómo que no era nada?
-Era nada, en serio-dijo y luego ella se puso delante de él, sin dejarlo pasar.
-Dímelo, dijiste que me ibas a decir-insistió ella.
-En serio, no era nada.
-No me moveré de aquí, hasta que me digas.
-Por favor, no podemos sólo seguir.
-No.
-Aparte esta a punto de llover.
Despúes de tanto insistir y luego de aproximarse a la estación de Metro que quedaba cerca del departemento, se sentaron en una orilla, a pesar de estar a salvo de la lluvia, la gente pasaba y pasaba por ese condenado túnel.
-Mmm...por qué insistes tanto en aquello.
-tú dijiste que me dirías.
-Sabes...siempre terminas ganando-dijo él.
-Sí-dijo ella.
-Te acuerdas de esa vez en que...
-En qué...-interrumpió ella.
-...sí, eso mismo.
-Recuerdo que te fuiste ese día y nos dejaste a todos preocupados.
-Si es qué...ese día no había traído las pastillas y entonces.
-Las que encontre allá.
-Sí.
Le fue difícil tratar de contarle su sucedido ese día, sin revelar ciertos detalles que él prefirió ocultar, ese día tenían que quedarse para un café literario organizado por el colegio, fue tarde como a las seis, habían docenas de personas reunidas, entre alumnos, profesores y otros cuantos que querían ver el "espectáculo", la mayoría de los que estaban allí fueron por la recitación de poemas, entre ellos él, quien había escrito unos hace algún tiempo, para ser más preciso fue ella la que lo obligó a ir. Mientras se realizaba el café, luego de una pequeña introducción, él comenzó a actuar de manera rara, había olvidado sus pastillas, empezó a insultar sin razón y luego se fue precipitadamente dejando a más de algunos sorprendidos, él no era así, los que lo conocían sabían que no era el mismo, empezó a hablar solo, o más bien con alguien, termino corriendo hacia la estación de Metro y termino desapareciendo.
-Entonces qué es lo que tienes-dijo ella. Había empezado a llover, algunos de los recién llegados traían sus paraguas húmedos.
-Emm...te parecerá extraño-dijo-aún viniendo de mí.
-¿Qué cosa?
-Te pareceré un loco.
-No lo creo así-dijo ella, con cara extrañada.
-Dijiste que me acompañarías, lo harás-dijo él.
-Pero dime primero ésto.
-Verás...yo soy bipolar.
-¿Bipolar?, en serio, porque...
-Se que no se nota a simple vista, pero eso es por las pastillas.
-Y entonces lo del café, fue por...
-Sí-dijo, un poco desahogado.
-y, por qué no me lo habías dicho-dijo ella y poniendo una cara más o menos disgustada.
-Emm...no sé realmente-dijo-...pero no te enojes.
-Es qué...
-Espera ven-dijo él, ella se había levantado y había empezado a caminar hacia la salida.
-Espera, ven.
-

1 sept 2009

Cimarra en el Café Mosqueto.

-¡Apúrate hueón!-me decía mientras cruzaba aquel umbral, yo sólo atine a seguir corriendo haciendo caso omiso a los gritos y sorteando cualquier obstáculo que se me enfrentaba. Nunca había estado más vacío el hall central (y nunca lo estaría jamás), la probabilidad de escape estaba a nuestro favor y la verdad es que nunca había hecho algo así antes.
-Lo logramos-dijo el Pancho, con voz victoriosa.
-...sigan corriendo no más, parece que nos cacharon.-Salíamos para Vicuña, cada uno con sus rostros ya descubiertos,
-¿Y ahora qué?-pregunté. Como nunca antes la había hecho ni me había preguntado luego que ellos la hacían, no pude ocultar mi posición de primerizo.
-...cada uno pa' su casa, supongo-Entrabamos a la estación de Vicente Valdés.
-qué más querías, Morgado-(En el curso me llaman por mi apellido), las risas no se hicieron esperar y poco a poco se iba llenando el andén de Metro.
-Son unos pajeros-dije, en el mismo instante en que una voz atrás de nosotros nos gritaba "¡Jovenes, jovenes!" repetidamente. No contábamos con que uno de los inspectores haya pedido "refuerzos".
-¡Mierda, se los dije!-grito el Seba. La puerta del vagón estaba a punto de cerrarse.
-¡Jovenes, jovenes!
-corran-dijo el Pancho.
-...vamos, corre hueón...-Corrí hacia aquel portal salvador y al entrar choqué con un grupo de "recién llegados", la frenética luz roja dejaba de parpadear, la señal sonora de aquella puerta acababa y los rostros de mis compañeros de escape se distorsionaban frente a mis ojos, atrapados por la larga mano de la justicia (si es que se podía llamar a eso justicia). Di un respiro de relajo ante la atenta mirada de los pasajeros que recién se integraban a tal hazaña. Cómo de un momento a otro pase de estar en el colegio a estar en un vagón (directo a Tobalaba) lleno de personas dirigiéndose a sus trabajos, mujeres embarazadas, universitarios con sus palestinas y hombres leyendo libros de auto-ayuda, todos ellos ajenos a la realidad, y en eso estoy yo, como un intruso en su mundo, lejos de aquel mundo de libros y rutinas, recreos de quince minutos, ejercicios de álgebra y pruebas de lenguaje, lejos de Sócrates y Aristóteles, pero un libro de Fughet en mi mochila y un cd completo de Keane en mi pendrive. El aire enrarecido por el silencioso viaje, sólo era interrumpido por más de algún "Señores pasajeros deje bajar, antes de subir", me produjo un sentimiento parecido a la culpa, mi conciencia estaba hecha añicos. Las miradas incriminantes de los pasajeros ya se habían esfumado de sus rostros, después de todo Santiago seguía siendo el mismo, a nadie le importa nadie, todos son indiferentes con todos. Me senté en el suelo del vagón escuchando música, me quité el polerón de cuarto, desde este momento ya no soy el Morgado, sólo soy uno más, mejor que cualquier grupo fielmente representado, era uno entre muchos, luego de cinco canciones y siete estaciones mi conciencia ya no me molestó más.

Ya estábamos en Tobalaba, y la verdad es que me dio lata salir, así que hice combinación a Línea 1 mientras escuchaba el resto del cd y leía Mala Onda. Me di cuenta que no era el único en hacerla, un grupo de jovenes (por no decir "minas"), estaba se habían subido al vagón, por sus uniformes deben ser de algún Liceo del gran Santiago, se veían "pasables", en todo caso eran como las una de la tarde y las tomaderas de las plazas son generalmente o temprano o en la tarde luego de salir, por alguna razón a pesar de haberla hecho, no me sentía como ellas, de que estaba libre lo estaba, pero algo en mí me hacía pensar que era distinto. La mayoría de la veces en el colegio me junto con un grupo de amigas de casi de la misma edad que yo, del mismo curso y con otros compañeros a con los que"leseamos" un rato, pero siempre se cae en la rutina, y pensándolo bien, no tengo idea de qué motivo este escape. Me cansé de Matías Vicuña y del gobierno militar, así que guarde el libro, llegábamos a Baquedano, pensaba ir al Crowne Plaza a ver las guitarras, salí y me sentí que alguien me seguía, no podía ser alguien del colegio, que yo sepa yo fui el único que logró escapar, así que preferí cambiarme a la la Línea 5, no es que me sintiera perseguido (aunque así pareciera), sólo es que tampoco era demasiado interesante Plaza Italia, supongo que no soy como los demás. Me quede mirando un cuento de Santiago en 100 palabras, cuando mis temores se hicieron presentes, alguien estaba detrás mío.

-¿Tú no eres como ellos cierto?-escuche a mis espaladas, haciendo referencia a otro grupo de cimarreros al lado mío.-Vamos ven. Entonces me tómo del brazo y me sacó del vagón, estabamos en la estación Bellas Artes.
-Eh...¿quién eres?-dije.
-Tú no eres como los demás, no es así-dijo aquella voz.
-¿No soy como quien?-pregunté, y me percaté que era un joven, más o menos baja, con cabello teñido rojo y ojos café, debe tener como unos veinte.
-Me dicen Coté.-dijo ella. Estabamos en medio del andén, el resto de la gente avanzaba y nosotros nos encontrabamos en medio de aquel tumulto, a medida que el torrente humano salía, el andén se vaciaba poco a poco.
-Y...-dije-que se supone que haces
-Emm...no se-dijo con una cara de duda-te he estado observando.
-Si me di cuenta.
-Y entonces...no eres como ellos.
-¿Cómo quienes?-pregunte.
-¿Eres un cimarrero no?-dijo ella.
-Si...
-Vamos, sigueme-Salíamos de la Estación, pocas veces había estado en esa estación, si no mal recuerdo un día tuve que ir al MAC a ver una exposición para arte, más que eso nunca había estado por los alrededores, habían varios edificios y calles estrechas, como todos los lugares del centro.
-¿Mosqueto?-pregunté.
-Sip.-Yo sólo la seguía, parece buena persona, y por alguna razón sin motivación (que claramente desconozco), parecida a la de mi escape.
Caminamos un poco y llegamos a un café, Café Mosqueto
-¿Te gusta leer?
-Emm...si-dije.
-¿Y el café?
-Si, ¿Por qué?-pregunté.
-Entremos-dijo. Por alguna razón ella estaba segura de todo lo que hacía, parecía tenerlo todo planeado, ella inmediatamente compró dos cafés y nos dirigimos a la mesa. En aquel lugar había varias personas, la mayoría solas leyendo algún libro, es más había una especie de librería donde la gente sacaba libros para acompañar su café, en las paredes habían fotos de escritores, por algún motivo me pareció un buen lugar, un buen ambiente, nunca había entrado a un lugar así, la mayoría de las veces que he salido, era a tomar helados en el 14, con una que otra amiga o a conversar por allí. La llegada de aquella extraña pareció cambiar el rumbo de aquel escape, mi conciencia estaba libre, total, no estaba haciendo nada malo, no salí a tomar por allí, ni a fumar, no estaba echado como algunos, en qué estarán mis compañeros, lo más probable es que los hayan suspendido, ¿qué sera de mi?, obviamente debieron haber notado mi "no presencia", prefiero no pensarlo, todo esto del café parece entretenido. Ahí viene ella con los cafés.
-Y, ¿te gusta el lugar?-preguntó ella.
-Si...emm, ¿por qué haces todo esto?
-No se, te veías un poco solo allí leyendo.
-Ah, me espiabas-dije-haces mucho eso.
-Mnn-asintió con la cabeza, mientras tomaba un sorbo de café.
-La verdad, es que eres raro.
-Dirás, diferente.-dije, y luego di un sorbo.
-No, raro...
-Qué clase de cimarrero eres tú-lanzó-la pasas solo, lees libros, y sigues a una extraña a un café.
-Si...bueno, en eso tienes razón.
-¿Y qué leías?
-Mala Onda, de Alberto Fughet
-Oh, yo leí ese libro en primero.
-Disculpa, ¿cuántos años tienes?
-Ah, sorry, tengo diecinueve-Sorbo-estoy estudiando arte.
-En serio.
-Y tu que piensas hacer-pregunto.
-Como sabes que estoy en cuarto.
-Para ser un solitario, que lee en el Metro, aparentemente sin polola...
-...oye!.
-...tu primera en cimarra en cuarto no esta mal.
-Pensaba estudiar cine...
-...¡Oh, me encanta el cine!
-...pero mi padre nunca lo aceptaría.
-Que mal.
-Sabes, me caes bien.
-Ya lo sabía-dijo ella.
-O sino, no me hubieras seguido.
-Tú también me caes bien-dijo ella con una sonrisa en su rostro-eres la primera persona que sigo que me dice eso.
-¿La primera?-Sorbo-olvidalo, esto ha sido como extraño.
-Cierto-dijo ella.
-Nunca había pasado tanto tiem...
-Me gustas-dijo. Casi derramando el café que había tomado recién.
-¿Qué?-pregunté.
-La verdad es que yo también soy como tú, si no estuviera en la U, estaría echada por allí. Vivo sola con mi madre...uh lo siento, pensarás que soy una loca, verdad.
-No, no...es más, eres agradable, cuando te vi...
-¡te gusto!
-¡Espera, espera!, esto es demasiado rápido. Hace algunas horas no era más que el Morgado, el callado del curso y ahora...
-Mmm...¿Quiéres otro café?-me pregunto ella.
-¡Si, por favor!-dije.
Café tras café, la conversación continuaba, eran como las cinco y cuarto, y despúes de aquella catarsis emocional, el resto de las "confesiones" fueron más fluidas y ambos parecíamos estar deacuerdo en todo, algún sentimiento (que desconozco) rellenaba el resto de los otros. Aquel vacío interior de los últimos años, de no haber hecho nada "importante", nunca hice nada más que haber ganado un concurso de cuentos en el colegio o una que otra aparición como exponente de buenas notas, nunca había pololeado, ni tomado, ni nada, nadé siempre contra la corriente y de un momento a otro, había hecho la cimarra y había conocido a la chica más raramente interesante y bonita (¿por qué no?)
-Lo he pasado bien sabes-dije
-Sip...y entonces.
-entonces...
-Sip
-Creo que sí.
-¡En serio!-dijo ella. Entonces se abalanzó sobre mi y me besó.
-MMM....espera!
-¿Qué?...no te gusta.
-Si es que...
-Gracias por todo esto.
-Yo te pago los cafés.-dije.
-OK.-dijo ella.
-Si es que no estoy suspendido o algo así, hago la cimarra y nos tomamos otro café.
-Debo ser una mala influencia, no no lo hagas.
-Debo mejorar mi tono de sarcasmo.
-No te preocupes, yo arreglaré eso.-dijo, jugando con las palabras y con un rostro un poco menos pertubador.
-Jaja.
-Lo he pasado bien.
-Igual yo.-dijo. Eran como las seis, tenía que irme y creo que ella también. Ella nunca pensó que tal persecución, lograría su cometido y que gastaría tanto tiempo en ello. Por mi parte estoy dudando de que mi salud "psíquica" este estable luego de esto, ya no necesitaba pensar en Freud ni Sócrates, ni a los malditos compañeros y el profe de álgebra, ni los hombres leyendo libros de autoayuda, en un día me hice adicto a la cafeína y los buenos libros, hice en un día lo que no hice en cuatro años y definitivamente estudiare cine o literatura sin importar lo que diga mi padre.
-Ya tengo que irme-dije.
-Yo igual
-Gracias por el café.
-Entonces creo que...
-Y...a que hora sales del colegio?