5 nov 2009

Mimo

De un día para otro lo despidieron y acabó vagando por Santiago, ya no era el mismo de antes. Entró al Metro aún maquillado mientras unos cuantos preguntaban callados el por qué de tal desgano, sonreía por fuera animándose incluso a perseguir a alguien, pero se sentía viejo, no veía el año en que todo acabara. Se paseo por Vicuña con su boina puesta, no se podía subestimar al sol, saludo incluso a algunas escolares que les extraño verlo por esos lados sin público, sin dinero, más aún les extraño aquella extraña sonrisa. Al llegar a casa, llamó a su madre, si bien le contesto, ella no escucho nada más que un ruido de fondo, aún tenía el maquillaje puesto, su casa no tenía muchos muebles reales, los imaginarios se le fueron embargados, poco a poco se fue sintiendo cada vez más extraño, simuló un sillón, se recosto en el y recordo aquellos días en que sus palabras eran lo único que tenía, aquellos últimos meses de enseñanza significaron mucho para él, siempre tuvo el miedo de olvidar a quienes lo acompañaron, de no hablarles nunca más, de separarse de aquellos quienes hicieron de aquellos tiempos, tiempos mejores que los anteriores, a pesar de aún tener su maquillaje sintió las ganas de decir unas palabras, pero tratos son tratos, y no podía inflingirlos, él quería que todo volviera a ser como antes, pero no se lo permitía ni el mismo ni el resto, debía continuar sonriendo a pesar de todo. Se miró al espejo esperando encontrar el valor para sacarse ese maquillaje blanco, mañana tendría que buscar trabajo al centro, quizás en Baquedano o en Ahumada, no tenía hambre ni tampoco estaba sin ganas de trabajar, sabía que el circulo circense lo ayudaría, pero aún asi se sentía solo, estaba aburrido de todo, estaba cansado de tener que buscar al conejo blanco, quería salir de toda esa locura, poco a poco empezaron a caer lágrimas de sus oscurecidos ojos, gota a gota la pintura empezó a salir lentamente de su rostro, no necesitó simular un pañuelo, ahí estaban sus manos, su rostro comenzaba a tomar color, como nunca lo había estado, entonces aquellas lágrimas de pena y soledad se conviertieron en lágrimas de alegría y liberación, si bien las cosas no serían como antes, su sobrepondría a todo eso y continuaría. Ya no tendría que simular, volvío a mirar a aquel espejo y por primera vez en mucho tiempo se dirigío la palabra a él mismo, "¿Cómo estas dijo?, esperando que el espejo le devolviera la respuesta como a muchas preguntas que se hizo cuando era joven.

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